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viernes, 27 de mayo de 2011

Cabezas reducidas o Tzantzas

La Tzantza o cabeza reducida, es una práctica de las tribus amazónicas Shuar del Este de Ecuador, que también abarca Venezuela, Colombia y Perú, llamados por los españoles: Jíbaros, donde una cabeza humana es reducida de tamaño por medio de un simple proceso de hervido y secado.

A diferencia de lo que se creé por la mayoría de las personas, solamente la piel es reducida de tamaño, deshuesando el craneo y rellenado con piedras que dan la forma final.

El fin de estas cabezas generalmente es un fetiche-talismán, estos es: brindar un poder extraído del enemigo al que se le quitó la cabeza -que se vuelve parte del guerrero-, una práctica extendida en el planeta y en la historia del hombre primitivo y tribal, incluso actualmente en comportamientos entre cazadores, que beben la sangre de sus presas, o comen algún órgano para que este les de su fuerza.

Se plantea por tanto; la posesión del alma del enemigo al comer o poseer una parte del mismo, las prácticas realizadas en vudu; por ejemplo, son formas muy estilizadas de esta idea, donde no solamente se posee el alma, sino también su cuerpo.

En este sentido la boca y a veces la comisura de los ojos del Tzantza son cosidos.
Según gorgas.gob.pa

Una vez extraído el esqueleto cefálico y facial, hierve la piel así obtenida en agua mezclada con hierbas aromáticas, cortezas ricas en tanino y el jugo astringente del chinchipi, que es una liana tropical. Con esto se curte la piel y la putrefacción no tiene lugar. Al mismo tiempo la ahuma con chamisa y reza extensas letanías y cantos sagrados, apartado en un lugar escondido de la selva mientras va realizando pacientemente sus operaciones. Luego coloca una piedra redondeada y caliente del tamaño aproximado de la cabeza dentro de la bolsa de piel humana que acaba de hacer y va planchando la parte exterior sobre este molde. Añade constantemente arena muy caliente por los espacios que quedan entre la piedra y la piel que se va encogiendo poco a poco.

Más tarde cambia la piedra caliente por otras de menor tamaño. Durante todas estas operaciones permanece abierto el corte que dió en la nuca. Cuando por encogimiento de la piel llega al tamaño requerido y la cabeza ha tomado la forma adecuada, con la última piedra da por terminado el encogimiento y sutura la incisión de la región occipital y nucal. Tiñe luego la cabecita en negro con carbón vegetal o negro de humo, la frota con aceite y la peina (el pelo se ha conservado perfectamente). A continuación hace un orificio en el vertex para sujetar allí un cordón del que la cabeza quedará suspendida.

La cabeza así reducida y momificada adquiere una consistencia de cuero o cartón duro, conservando las facciones muy parecidas a las que tuvo en vida el individuo.
En la era moderna se sigue practicando por estas tribus; entre las cabezas de estos, no faltara alguna que sea de piel blanca.

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